Una curruca capirotada (Sylvia atricapilla), inconfundible por su capirote -negro en el macho y pardo rojizo en la hembra- y su canto, que hacía tiempo que no oía y hoy he vuelto a oír. La muda de las currucas capirotadas se inicia a mediados de julio, a partir de entonces apenas se mueven y pasan desapercibidas. Después de un periodo de silencio, hacia mediados de agosto, se oyen otras vez sus voces claras entre los sotos. La naturaleza siempre puntual a sus citas.
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