En lo más alto de un olmo negro en una de las islas del Tormes estaban estas dos mimadas jóvenes águilas calzadas (Aquila pennata) esperando a que sus padres las alimentaran. Era muy difícil distinguirlas a tanta distancia pero sus constantes reclamos las delataban. Yo creo que ya es hora de que espabilen y se busquen las presas por su cuenta, ya que muy pronto tendrán que poner rumbo a África.
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